Efraín Herrera llegó un día de enero de 1974 a vivir en el puerto de San Antonio. Su padre, un operador ferroviario, fue trasladado hasta el ramal de Barrancas y se asentó a vivir en la población Juan Aspeé, una población vilipendiada, una de las más combativas del puerto, allá donde picaba la jaiba. Un lugar atrapado por la nostalgia, cuyo fin fue violento. El puerto necesitaba expandirse, miró estos terruños y los compró, teniendo que ahuecar el ala y emplumársela hacia distintas direcciones. Es precisamente esta historia la que sirvió de inspiración para su libro «Sombras y arena. Breves relatos de la población Juan Aspeé» (2017).
Obra